San Vicente de la Sonsierra: belleza a orillas del Ebro

A orillas del río Ebro emerge el bonito pueblo riojano de San Vicente de la Sonsierra, frontera de los antiguos reinos de Castilla y Navarra, y testigo desde su elevado castillo, de múltiples batallas.

Allí nos dirigimos para pasar dos tranquilos días en uno de sus alojamientos privilegiados, La Casona del Boticario.

El pueblo es muy accesible para pasear por sus calles y visitar tanto su plaza principal como su principal atractivo, el recinto amurallado donde se alzan la torre del castillo y la iglesia como colofón. Eso sí, el ascenso desde el hotel hasta la torre lo realicé con una silla eléctrica, ya que debido al suelo adoquinado y a las elevadas pendientes me parece muy complicado con una silla manual. Las vistas del Ebro y su ribera desde el castillo son alucinantes, así como desde el paseo descendente al otro lado del pueblo.

El acceso al hotel se puede realizar a través de la entrada principal, donde disponen de una pequeña rampa que facilita el acceso, o a través de un aparcamiento al lado de la terracita, desde donde se accede directamente a la zona del restaurante. Una vez dentro, a través de un ascensor suficientemente amplio, es posible desplazarse por todo el recinto con facilidad.

Nuestra habitación se encontraba en la segunda planta y tenía suficiente amplitud para moverse y transferirse a la cama, pero presentaba una serie de limitaciones, no en el acceso, pero si en la funcionalidad del cuarto de baño. El lavabo demasiado bajo y con pie, lo que dificulta mucho acercarse. El inodoro pegado al bidé, por lo que a pesar de disponer de barras, no es posible colocar la silla en paralelo para transferirse y, finalmente, la ducha, como es habitual y he contado en otras ocasiones, con una silla fija interior que es muy peligrosa debido a los posibles resbalones, además de la incomodidad. He de decir que se lo comentamos a la amable dueña y se mostró muy receptiva a la posibilidad de incorporar una silla de ruedas de baño.

Muy recomendable como opción para degustar productos de la tierra así como excelentes vinos, el restaurante La Tercera Estación. Absolutamente adaptado el acceso y muy agradable y acogedor. Desconozco el acceso al cuarto de baño.

Cerca del pueblo y como opciones turísticas recomendables, se encuentran la ermita de Santa María de la Piscina, a las afueras del pueblo y desde donde se puede disfrutar de un maravilloso atardecer y la localidad de Laguardia, ya perteneciente a la provincia de Alava y a unos treinta kilómetros de San Vicente, y que consta de un casco histórico medieval maravilloso dentro de un recinto amurallado muy accesible en todo el trayecto.

En definitiva, un viaje muy recomendable tanto por sus bellos parajes como por la amabilidad de sus gentes y los manjares de su gastronomía y sus excelentes vinos. Volveremos

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